domingo, 9 de noviembre de 2008

siestecita de domingo


Eran las 3 de la tarde y el cuarto estaba lleno de aguas vivas. Las flores caían desde el techo, las ventanas estaban oxidadas. Un rayo de sol atravesaba el cuarto de lado a lado, las plantas carnívoras del rincón sur estaban sedientas, el estado somnoliento propio de la siesta se respiraba por todo el ambiente.
Tirada en el piso, abanicándome con un papal maché dibujado con mariposas, pienso en el agua, en que soy pez, y la imaginación me salva del calor de Tombuctú.
Me acuerdo de otra vida, esa en que fui bailarina de charlestón y él un trompetista de la banda. Nos encantaba encontrarnos en el camerino forrado en terciopelo rojo, y quedarnos ahí hasta cuando se vaciaba el teatro. Cuando la luz se apagaba éramos otras personas, nos colmaba un cansancio existencial. Me enseñó muchos trucos de magia, pero uno en especial: uno que me hacia nacer pájaros de colores de la boca. Me encantaba ese truco, pero él sólo me dejaba hacerlo a medianoche. Había días en que yo vivía para que sean las doce, y así ver nacer esos pájaros volar desde mi interior. No se si era amor, o simplemente un compañero en la ciudad desconocida, alguien que me hacia ver el mundo positronicamente (como cuando uno es chico y cree que todo es posible).
En la ventana oxidada hay miles de insectos queriendo entrar a mi guarida…pero no pueden porque se chocan contra el vidrio opaco y sucio. Me limito a respirar, con pesadumbres, la siesta respiro, y veo peces que no soy, pero que quise ser, y también veo esa vida imaginaria, que a veces creo pasada y real… "Mejor mirar hacia delante", dicen por ahí, por lo pronto miro el techo, y las flores siguen cayendo, me van cubriendo...están frescas por suerte, hoy son violetas, pero la semana pasada eran de un naranja insoportable. Me puedo quedar acá por horas, y vivir siestas eternas, mientras me voy cubriendo de plantas y flores. Y que alguien me encuentre, dentro de unos años, con el pelo largo y blanquísimo, toda enredada, con las plantas carnívoras del rincón sur ávidas por comer los insectos, que por fin lograron entrar por la ventana, más oxidada aún.
Tombuctú me aburre demasiado.

viernes, 7 de noviembre de 2008